Durante una discusión sobre William Shakespeare, un estudiante le preguntó al viejo profesor acerca de la teoría de moda que decía que Shakespeare no escribió las obras atribuidas a él.
El profesor gruñó, "¡Joven, si Shakespeare no escribió esas obras, entonces fueron escritas por alguien que vivió al mismo tiempo y tenía el mismo nombre!"
Es una señal segura de desesperación: En los círculos incrédulos, una de las ideas más populares que ha surgido recientemente es el "Jesús mitológico" - la idea de que Jesús ni siquiera existió, y mucho menos condujo un ministerio como el que se describe en el Nuevo Testamento. Es una idea que uno supondría sería relegada a las páginas del Weekly World News - e incluso sería gracioso, si no fuera por el hecho que tantos la toman en serio y son extremadamente elocuentes en su seriedad.
A primera vista, el "Jesús mitológico" parece ser un golpe de genialidad: ¡para eliminar el cristianismo y cualquier posibilidad de que sea cierto, simplemente elimina el fundador! La idea fue publicada por primera vez por un académico alemán del siglo XIX llamado Bruno Bauer. Siguiendo a Bauer, hubo unos pocos seguidores: Couchoud, Gurev, Augstein [Chars.JesJud 97-8]. Hoy, el creyente activo probablemente ha estado expuesto a uno de los cuatro partidarios de esta tesis: El escritor de principios de siglo Arthur Drews; el defensor más prominente y prolífico de la tesis del mito, G. A. Wells, quien ha publicado cinco libros sobre el tema; Earl Doherty, o Acharya S. Cada uno de estos escritores toma una aproximación un poco diferente, pero todos están de acuerdo en que la persona llamada Jesús no existió (o, Wells parece haber tomado la visión de que Jesús tanto pudo como pudo no haber existido).
¿Tiene el "Jesús mitológico" algún soporte académico? En este caso, ¡decir simplemente "no" sería una exageración! El soporte para el "Jesús mitológico" no viene de los historiadores, sino que en general viene de escritores que se alejan mucho de sus propios campos de conocimiento. G. A. Wells, por ejemplo, es un profesor de Alemán; Drews fue un profesor de matemáticas; Acharya sólo tiene un grado menor en lenguas clásicas; Doherty tiene algunas cualificaciones, pero claramente carece de la disciplina de un verdadero académico. El mayor apoyo al "Jesús mitológico" no viene de gente que conoce el tema, sino de divulgadores y aquellos que aceptan su trabajo de forma acrítica. A pesar de la relevancia de que el consenso académico es unánime en que el "Jesús mitológico" es falso, continúa siendo promulgado a nivel popular como si hubiera sido absolutamente probado.
"Venga, Holding. Sólo porque el consenso de los historiadores diga que el Jesús-mito es erróneo no significa que lo sea. Los historiadores pueden estar equivocados. Pueden tener también prejuicios. Teniendo en cuenta que este tema está dominado por intereses teológicos y presupuestos filosóficos, un consenso de expertos no constituye evidencia para la existencia de Jesús".
Puede sonar ridículo, ¡pero éste es el núcleo de muchos argumentos a favor del Jesús-mítico! Detrás de cada historiador hay una conspiración, un prejuicio, o algún gran error de juicio- y algunas veces, ¡incluso los historiadores antiguos también están dentro de la conspiración! Al final de este artículo ofreceremos algunos consejos para tratar con aquellos que dan este tipo de argumentos, pero por ahora, tratemos con esta objeción y tomémosla seriamente.
Claro, es posible que todos los historiadores profesionales (¡incluso aquellos que no tienen un interés religioso!) Estén prejuiciados o equivocados, mientras que los proponentes del "Jesús mitológico" sean los objetivos. Y sí, el consenso no es igual a evidencia. Pero el consenso en cualquier cuestión histórica se basa usualmente en la evidencia que es analizada por aquellos que son reconocidos como autoridad en su campo, y por lo tanto se puede creer en su palabra. Si este no fuera así, ¿cuál sería el criterio para que alguien fuera un historiador? ¿Por qué no podríamos tomar un vagabundo al azar por la calle y pedirle a él o ella que nos componga una historia oficial de América del siglo XX para los archivos smithsonianos?
Por consiguiente, aunque el consenso de los expertos no es en sí mismo la evidencia, sí que funciona como un fuerte signo de aviso: si uno está de acuerdo con sus colegas en la materia, que son estudiosos especializados en el mismo campo, se necesita mucha menos evidencia de la que necesitarías si estuviéramos en desacuerdo con su consenso (siendo una pequeña minoría). No necesitaríamos sólo un "buen argumento", sino que tendríamos que refutar también, en primer lugar, todos los argumentos que han llevado al consenso de los expertos. En otras palabras, la evidencia puede ser mediada a través del testimonio y consenso de los expertos. Por tanto, el argumento de que el consenso no cuenta como evidencia, aunque pueda ser correcto a su manera, no puede permitirse como descalificación de ese consenso ni como nivelación del terreno en el que jugamos. Es como el criterio, "posiciones extraordinarias y extravagantes requieren pruebas extraordinarias", que circula en los círculos de expertos. Una posición tal como la del "Jesús- mito" no es valiente, sino descabellada- a no ser que uno tengan una evidencia más fuerte que la mayoría; incluso en ese caso, las especulaciones entorno a visiones alternativas de las referencias históricas tal como las solemos encontrar en los círculos del "Jesús- mito" es como jugar en el aire.
Si los proponentes del "Jesús mitológico" fueran historiadores cualificados o tuvieran un conocimiento equivalente, entonces su posición en contra del consenso sería digna de tomarse en serio. Sin embargo, la asombrosa prevalencia de explicaciones tortuosas, teorías inventadas, argumentos a partir del silencio y tergiversaciones totales para ignorar la evidencia de que Jesús existió es un fuerte impedimento para que podamos calificar de académicos a los mitólogos de Jesús. El argumento va más allá de afirmar que escritores como G. A. Wells son gente que se mete fuera de su terreno, sino que es también que su estar fuera de su terreno, ¡es tan evidente como una herida abierta!. Drews, por ejemplo, [Drew. WH, 16-17 ], intentando mostrar que hay argumentos de que Jesús no existió en la Iglesia temprana, cita un párrafo del "Diálogo con Trifon" de Justino. Trifón, una persona escéptica respecto al cristianismo, está hablando con Justino; el pasaje relevante dice (palabras remarcadas por Drews):
Cuando yo acabé de decir eso, mis queridos amigos, aquellos que estaban con Trifón rieron; pero él, sonriendo, dijo: " Apruebo tus otras observaciones, y admiro el ardor con el que estudias las cosas divinas; pero sería todavía mejor para ti cumplir con la filosofía de Platón o algún otro hombre, cultivando tu resistencia, autocontrol, moderación, en lugar de ser engañado por falsas palabras y seguir las palabras de un hombre sin reputación. Porque si permaneces en esa filosofía y vives sin culpa, eso te dejará una esperanza de un destino mejor; pero si abandonas a Dios y basas tu confianza en un hombre, ¿ qué esperanza esperas? Si, luego, deseas escucharme (porque ya te considero un amigo), primero hazte circuncidar, luego observa lo que las leyes promulgan respecto al Sabbath, y las fiestas de guardar; y, en pocas palabras, hacer todas las cosas que están escritas en la ley: y , entonces, a lo mejor obtienes la misericordia de Dios. Pero Cristo -si Él realmente ha nacido y existe en alguna parte- es un desconocido e incluso no lo sabe Él mismo, y no tendrá poder hasta que Elías venga a ungirle y le haga manifestarse a todos. Y vosotros, habiendo aceptado relatos infundados, inventáis un Cristo para vosotros mismos, y por su interés sois inconsideradamente malditos".
Drews escribe esto considerando que estas citas se refieren a Jesús y que era Jesús quien fue "inventado" y era totalmente "desconocido". Pero esas mismas notas dejan claro que Trifón no se refiere a Jesús el hombre. Trifón da por supuesta la historicidad de Jesús a lo largo del debate con Justino. Considera estos pasajes como ejemplos:
xxxii- "... Pero vuestro autodenominado Cristo fue deshonroso e ignominioso, tanto que la peor maldición contenida en la ley de Dios cayó sobre él, por lo que fue crucificado".
xxvii- " Ahora muestra si ese hombre es Él de que hablan las profecías que fueron hechas."
xxxviii- " pronuncias muchas blasfemias, con las que buscas persuadirnos de que ese hombre crucificado estuvo con Moisés y Aarón, y les habló a ellos en el pilar del cielo; y que después se hizo hombre, fue crucificado, y ascendió a los cielos, y volvió de nuevo a la tierra, y se le debe rendir culto"
xxxxix - y Trifón dijo, "Esos que afirman que ha sido un hombre, y que ha sido ungido por elección, y que luego vino a ser el Cristo, me parece que hablan más plausiblemente que vosotros que mantenéis esas opiniones que expresáis. Para nosotros que esperamos que Cristo será un hombre [nacido] de hombre, y que Elías cuando él venga le ungirá. Pero si ese hombre llega a ser el Cristo, él debe ciertamente ser conocido como un hombre [nacido] de hombre; pero teniendo en cuenta las circunstancias de que Elías no ha llegado todavía, infiero que ese hombre no es Él [el Cristo] ".
¡Esta es una extraña verborrea si Trifón cree que los cristianos perpetraron un fraude hasta el punto de inventar la historia de un hombre! Lo que Trifón quiere decir en la frase del principio es que el Mesías - lo que quiere decir el ministerio del Mesías- fue creado por los cristianos. Está diciendo que el "Cristo" no vino en Jesús y que los cristianos mismos fueron los que convirtieron a Jesús en Cristo; y si el verdadero Mesías hubiera nacido y viviera en algún sitio en este momento, ¡él sería totalmente desconocido! El tema que se relata es la creencia judía de que el Cristo, cuando venga, no se proclamará a sí mismo (una creencia que vemos patente en la misma circunspección de Jesús en proclamarse el Mesías y en Bar Kochba que cuando llegó no se atribuyó el título a sí mismo, pero lo permitió que otros le proclamaran en lugar de hacerlo él mismo). Trifón esta acusando a los cristianos, por consiguiente, de identificar como Cristo a uno que no es el Cristo- ¡no les está acusando de inventarse un hombre! El argumento que he comentado de Drews, dependiendo como lo hace de tomar mal las citas de Trifón y fuera de su contexto literario y social, debería ser extremadamente embarazoso para los otros defensores del Jesús mítico; ¡pero incluso Wells y Doherty hacen uso de éste!
Los modernos defensores del "Jesús-mito" no se desenvuelven mejor. G. A. Wells también ha usado el "error Trifón" en su último trabajo. En otro apartado, intentando explicar porqué Pilatos fue elegido como la persona que autorizó la ejecución de ese Jesús de ficción, Wells dice que fue seleccionado porque era "particularmente detestado por los judíos y es efectivamente el único prefecto que gobernó Judea entre el año 6 y 41 D.C. que atrajo la suficiente atención para ser discutido por los dos principales escritores de del primer siglo, Filón y Josefo" [ Hoff. JeshH, 39-40 ] En otras palabras, ¡Pilatos fue elegido porque parecía que pudiera haber hecho algo parecido a lo que los Evangelios describen! Si esto es algo, más bien es la mejor evidencia de que los escritores de los evangelios sabían de lo que estaban hablando, porque conocían la historia.
Simplemente se debe ignorar una gran cantidad de evidencia, y tratar con la evidencia que quede de manera injusta, para negar que Jesús existió. El historiador Greco-Romano Michael Grant, quien no tiene ningún compromiso teológico al que aferrarse, indica que hay más evidencia para la existencia de Jesús que la que hay para un gran número de famosos personajes paganos - aún así nadie se atrevería a argumentar su inexistencia. Meier [Meie.MarJ, 23] apunta que lo que sabemos sobre Alejandro Magno podría caber en unas cuantas hojas de papel; aún así nadie duda que Alejandro existió. Charlesworth ha escrito que "Jesús sí existió; y sabemos más de él que de cualquier Palestino Judío antes del 70 d.C." [Chars.JesJud, 168-9] Sanders [Sand.HistF, xiv] respalda a Grant, diciendo que "Sabemos mucho sobre Jesús, bastante más que sobre Juan el Bautista, Teudas, Judas el Galileo, u otra de las figuras cuyos nombres tenemos de aproximadamente la misma fecha y el mismo lugar." Sobre la Crucifixión, Harvey escribe: "No sería exageración decir que este evento está mejor evaluado, y apoyado por un grupo de evidencia más impresionante que cualquier otro evento de importancia comparable del que tengamos conocimiento del mundo antiguo." [Harv.JesC, 11] Dunn [Dunn.Ev. EvJ, 29] aporta una anécdota similar a la que más arriba escribo respecto a Shakespeare. Refiriéndose a la tesis de Wells, escribe:
"La tesis alternativa es que dentro de esos treinta años se desarrolló una complejidad de tradiciones de una coherencia y consistencia tal como se nos ofrece en las fuentes Evangélicas y acerca de una figura inexistente, lo que es simplemente implausible. Implica hipótesis demasiado complejas y especulativas, en contraste con la explicación mucho más simple de que hubo un Jesús que dijo e hizo más o menos lo que los primeros tres Evangelios le atribuyen. El hecho de los inicios del cristianismo y el carácter de sus tradiciones iniciales es tal, que nosotros sólo podríamos negar la existencia de Cristo hipotetizando la existencia de alguna otra figura que fuera causa suficiente de esos orígenes del cristianismo- otra figura que con una cuidadosa reflexión, ¡probablemente vendría a ser muy parecida a Jesús!"
Es de destacar que ninguno de estos académicos es amigo del fundamentalismo o el cristianismo evangélico y que hacen sus afirmaciones basados en la evidencia, no en la ideología. Contrario a las protestas del colectivo "Jesús mitológico". La conspiración y el prejuicio existe sólo en su imaginación.
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" Esto no es suficiente. Si Jesús existió y fue tan famoso, deberíamos haber escuchado más acerca de él en fuentes históricas fuera del Nuevo Testamento y los Padres de la Iglesia. El hecho de que tan poco fue escrito sobre Jesús indica que fue una invención de la iglesia."
Al contrario, el hecho de que tengamos tanta información como tenemos acerca de Jesús de fuentes no cristianas es asombroso de por sí. Meier [Meie.MarJ, 7-9] y Harris [Harr.3Cruc, 24-27] han indicado varias razones por las que Jesús permaneció como un "Judío marginal" acerca del cual tenemos tan poca información:
1. En lo que concierne a los historiadores de la época, él era sólo un "punto de luz" en la pantalla. Jesús no fue considerado como significativo históricamente por los historiadores de su tiempo. No se dirigió al Senado Romano, ni escribió extensos tratados de filosofía griega; nunca viajó fuera de las regiones de Palestina, y no fue miembro de ningún partido político conocido. Fue sólo porque los cristianos hicieron luego de Jesús una "celebridad" que se hizo conocido. Sanders, comparando a Jesús con Alejandro, nota que el último "alteró tan grandemente la situación política en una gran parte del mundo que el esbozo de su vida pública se conoce muy bien sin duda. Jesús no cambió las circunstancias sociales, políticas y económicas en Palestina (Nota: ¡Le correspondía a sus seguidores hacer eso!) ..la superioridad de evidencia para Jesús se ve cuando preguntamos lo que él pensaba." [Sand.HistF, 3] Harris añade que "difícilmente se podría haber esperado que los escritores Romanos hubieran previsto la subsiguiente influencia del Cristianismo en el Imperio Romano y haber documentado por lo tanto" los orígenes del cristianismo. ¿Cómo iban a saber que este profeta menor Nazareno causaría tal alboroto?
2. Jesús fue ejecutado como un criminal, proveyéndole la marginalidad extrema. Esta es una razón por la que los historiadores habrían ignorado a Jesús. Él sufrió la mayor humillación, tanto a los ojos de los Judíos (Deut. 21:23 - ¡maldito por Dios es el colgado!) y los Romanos (Murió la muerte de los esclavos y los rebeldes.). De otro lado, Jesús fue una amenaza mínima comparado con otros "Mesías" proclamados de la época. Roma tuvo que llamar a sus tropas para calmar los disturbios causados por el Egipcio sin nombre referenciado en el Libro de Hechos [Sand.HistF, 51]. En contraste, no se necesitaron tropas para eliminar a los seguidores de Jesús. Para los Romanos, los principales guardas de la historia escrita de ese tiempo, Jesús durante su propia vida no habría sido diferente a los miles de criminales que eran crucificados cada día.
3. Jesús se marginó a sí mismo ocupándose como un predicador itinerante. Por supuesto, no había una Red de Noticias de Palestina, e incluso si la hubiera habido, no habría televisores para transmitirla. Jesús no usó los "órganos noticiosos" establecidos de su tiempo para esparcir Su mensaje. Viajó por los lugares rurales, evitando la mayor parte del tiempo (con la excepción de Jerusalén) los grandes centros urbanos de su tiempo. ¿Cómo clasificaríamos a alguien que predicara en sitios como, digamos, Hahira, Georgia?
4. Las enseñanzas de Jesús no siempre eran para mofarse de ellas, y algunas veces eran ofensivas para el orden religioso establecido de su tiempo. Se ha dicho que si Jesús apareciera en las noticias hoy, sería un causante de problemas. Ciertamente no hizo muchos amigos como predicador.
5. Jesús vivió un estilo de vida ofensivo y alienante para mucha gente. Se asoció con los despreciados y rechazados: recolectores de impuestos, prostitutas, y la banda de pescadores que tenía como discípulos.
6. Jesús era pobre, una persona rural en una tierra manejada por ciudades ricas. ¡Sí, la discriminación de clases estaba viva y sana en el primer siglo también!
Una consideración final es que tenemos poca información de fuentes del primer siglo para comenzar. No mucho ha sobrevivido la prueba del tiempo desde el año 1 d.C. hasta hoy. Blaiklock ha catalogado los escritos no cristianos del Imperio Romano (fuera de las obras de Filón) que han sobrevivido del primer siglo y que no mencionan a Jesús. Estos son:
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Una historia de Roma amateur por Vellius Paterculus, un oficial retirado del ejército de Tiberio. Fue publicada en el 30 d.C., justo cuando Jesús empezaba su ministerio.
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Una inscripción que menciona a Pilato.
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Fábulas escritas por Fedro, un liberto Macedonio, en los 40s d.C.
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De los 50s y 60s d.C., Blaiklock nos dice: "Los soportes de libros a un pie de distancia en este escritorio donde escribo contendrían las obras de estos años significativos." Incluidas están las obras filosóficas y cartas de Séneca; un poema de su sobrino Lucán; un libro sobre agricultura por Columella, un soldado retirado; fragmentos de la novela El Satiricón de Gayo Petronio; unas cuantas líneas de un satírico Romano, Persio; Historia Naturalis de Plinio el Anciano; fragmentos de un comentario sobre Cicerón por Asconius Pedianus, y finalmente, una historia de Alejandro Magno por Quinus Curtius. De todos estos escritores, sólo Séneca pudo haber tenido alguna razón para referirse a Jesús. Pero considerando sus problemas personales con Nerón, es dudoso que hubiera tenido el interés o el tiempo para hacer cualquier obra sobre el tema.
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De los 70s y 80s d.C., tenemos algunos poemas y epigramas por Marcial, y obras de Tácito (una obra menor sobre oratoria) y Josefo (Contra Apión, Las Guerras de los Judios). Ninguna de estas habría ofrecido ocasión para mencionar a Jesús.
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De los 90s, tenemos una obra poética de Estacio; doce libros de Quintilliano sobre oratoria; La biografía escrita por Tácito sobre su suegro Agricola, y su obra sobre Alemania. [Blaik.MM, 13-16]
A esto Meier añade [ibid., 23] que en general, el conocimiento de la vasta mayoría de las gentes de la antigüedad "simplemente no nos es accesible hoy por la investigación histórica y nunca lo estará." Es justo como dijimos en su anterior comentario sobre Alejandro Magno: Lo que sabemos de la mayoría de los antiguos como individuos cabría en unas pocas hojas de papel. De esa manera está mal enfocado el escéptico que se queja de que sabemos tan poco acerca del Jesús histórico, y que tenemos tan poco registrado acerca de Él en fuentes paganas antiguas ¡Comparado con la mayoría de los antiguos, sabemos mucho acerca de Jesús, y tenemos mucho registrado acerca de Él!
¿Qué decir acerca de los Cristianos?
Aquí trataré brevemente con la pregunta sobre si el testimonio del Nuevo Testamento y/o los Padres de la Iglesia ofrece suficiente evidencia para la existencia y vida de Jesús. La mayoría de los historiadores estaría de acuerdo en que estas fuentes son suficientes para testificar sobre la existencia de Jesús. El hecho de si son documentos fiable de la vida de Jesús es otro asunto, que será mejor tratado en otras áreas.
En el nivel más práctico y popular, usar el Nuevo Testamento y los Padres de la Iglesia como prueba de la existencia de Jesús es generalmente infructuoso. Como podríamos adivinar de la típica reacción a la opinión de los historiadores profesionales, el adherente al Jesús mitológico automáticamente dirá, "Bueno, la Biblia y los Padres de la Iglesia están sesgados. Por supuesto que ellos afirman que Jesús fue real." Esas palabras a menudo llevan el nivel populachero del argumento a su fin.
Así que, para nuestros propósitos, en realidad no hay necesidad de ir más lejos en esta faceta del asunto, sino citar sólo la anécdota ilustrativa de Harris, que aunque tiene una aplicación ligeramente diferente, se dirige al punto que buscamos [Harr.3Cruc, 25] :
Detrás de la llamado por testigos no cristianos adicionales para la existencia de Jesús está la negativa a aceptar el testimonio de cuatro escritores que tenemos. ¿Debemos rechazar los cuatro porque no son cuarenta? El silencio de la mayoría imaginaria no puede desechar el claro testimonio de los pocos. Esta demanda por otros testigos me recuerda de la anécdota acerca de un hombre acusado de robo. Durante el juicio el fiscal llevó cuatro testigos que lo vieron cometer el crimen, mientras el abogado defensor introdujo como evidencia catorce personas que no lo vieron robando. ¡No hay necesidad de decirlo, el hombre fue hallado culpable!
Para resumirlo, la regla de la parsimonia, o de la teoría más simple, se aplica aquí. Se usa explícitamente como un criterio para decidir entre hipótesis rivales de igual poder explicativo, y la teoría más simple gana. (O, como un lector lo puso: "No sólo la Hipótesis A tiene más ítem que le dan soporte experimental que los que tiene la Hipótesis B, algunos de ellos son mayores soportes que aquellos que tiene la Hipótesis B." La navaja de Occam es una falacia lógica que un científico [como un físico] NO debería usar para eliminar teorías; pero los historiadores podrían usarla en una forma como esta.) Incluso si concedemos el extremadamente extravagante punto de vista de que el "Jesús mitológico" tiene igual poder explicativo, éste sería rechazado por la ley de parsimonia. Pero, puesto que falla en explicar la gran mayoría de detalles - pasión de unos pocos, triunfo en escenarios cerrados, resistencia a la modificación por culturas subsiguientes, uniformidad en fuentes variadas, etc. - nunca llega tan lejos. La parsimonia, decimos en resumen, está cercanamente relacionada a la plausibilidad, y la explicación más parsimoniosa y plausible para el origen del Cristianismo a este respecto es que Jesús en realidad existió.
Con eso en mente nos preguntamos por las fuentes no cristianas sobre la vida y existencia de Jesús. Para cada una de estas referencias, nos preguntaremos lo siguiente, cuando se aplique:
-¿Es esta una referencia genuina, o existen dudas acerca de su veracidad? ¿En realidad se refiere a Jesús?
-¿Es el historiador/escritor una fuente fiable? ¿Hay una buena razón para creer en lo que dicen?
-¿Qué objeciones se han registrado acerca de esta cita?
-¿Qué aprendemos acerca de Jesús y/o el Cristianismo de este historiador/escritor?
Concluimos que podemos encontrar tres niveles en las fuentes:
• Fuentes altamente fiables. Hay dos de este tipo: Tácito y Josefo.
• Fuentes moderadamente fiables. Encontramos tres: Talus, Plinio, y Luciano.
• Fuentes marginalmente o no fiables. Hay tres en esta clase: Suetonio, la carta de Mara Bar-Serapion, y el Talmud
Conclusión: ¿qué hacer con esta información?
La evidencia es clara: El Jesús mitológico es una especulación sin fundamento, contraria a toda la evidencia, y totalmente sin base. Esto concluimos sobre el asunto:
Personalmente he llegado a la conclusión que la adherencia al "Jesús mitológico" no es el resultado de una valoración cuidadosa de la evidencia, sino, que es el producto y resultado de mentes escépticas en los límites de la obsesión. Hace tiempo, le presenté la información sobre Tácito ya mencionada a un creyente en el Jesús mitológico- cuya ÚNICA fuente era G. A. Wells. ¡Respondió diciendo que Tácito estaba secretamente ligado a los cristianos de su tiempo! Luego, en respuesta a las opiniones de historiadores profesionales y distinguidos acerca de la obra de Wells (que dicen que es pura especulación), ¡simplemente sugirió que ellos no habían leído a Wells cuidadosamente, o que ni siquiera lo habían leído!
Algunos pueden decir que es una simple aberración, pero no lo es: es el modus operandi de los del círculo del Jesús-mito. Un conocido escéptico, Gordon Stein, cita como una autoridad en Josefo los trabajos de Nathaniel Lardner - ¡del año 1838! No hay pistas de que de que Stein haya consultado los trabajos de eruditos modernos en Josefo como Thackery y Feldman; no hay Taciteanos, no hay citas de conocidos expertos en historia griega y romana; en lugar de eso, la bibliografía con la que acaban sus textos es...¡con los trabajos de G.A.Wells y Arthur Drews! ¿ Es este el trabajo de una persona razonable o de alguien en los garras de la obsesión?
La pregunta persiste: ¿Qué razón existe para que de alguna manera personas inteligentes y educadas sean tan poco críticas en sus creencias acerca de la existencia de Jesús? Este es mi consejo sobre el asunto: Si usted se ha encontrado con gente como esta, le recomiendo ampliamente que les dé una clara presentación del Evangelio, luego déjelos solos. Es una pérdida de tiempo tratar con esas personas (excepto en el caso de que estén engañando a otros), pues esos puntos de vista no merecen ser tomados en serio. Sus visiones son el resultado de una naturaleza humana caída y pecadora, de un gran egoísmo y arrogancia, y nada más.
Finalmente, cerramos el tema del consenso con estas palabras de un escéptico habitual y Emérito Profesor de Historia, Morton Smith, [ Hoff. JesH, 47-8]. Del trabajo de Wells, este historiador y escéptico del cristianismo ortodoxo, escribió:
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"NO creo que los argumentos del libro (de Wells) merezcan una detallada refutación".
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...él argumenta principalmente desde el silencio".
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... Muchos (de sus argumentos) son incorrectos, demasiado alejados para discutir en este espacio.
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(Wells) nos presenta una pieza de mitología privada que encuentro increíble más allá de cualquier cosa en los Evangelios".