MARCOS 12: 29-31 Mar 12:29 Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Mar 12:30 Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Mar 12:31 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.
   
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  ¿QUÉ HACER CUANDO SOY CREYENTE EN CRISTO?
 

Al ser salvo y nacer de nuevo, usted ha comenzado una nueva vida como seguidor de Cristo.

Los siguientes pasos le ayudarán a crecer y a llegar a ser un fiel hijo de Dios:

  1. Lea la Biblia a diario: la Palabra de Dios nos instruye.
  2. Ore a diario: al hablar con Dios todos los días, mante-nemos la comunión con Él.
  3. Asista a una iglesia: la fraternidad con otros creyentes nos fortalece y edifica.
  4. Cada vez que pueda, cuénteles a otros lo que Cristo ha hecho en su vida: el testificar de Cristo afirma nuestra fe y estimula la fe de los demás.
Tomado del sitio web: www.conciencia.net 

«Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia.»  (2 Timoteo 3:16)

La lectura bíblica es esencial para el crecimiento espiritual, ya que el Espíritu Santo nos instruye a través de la Biblia. Sin embargo, en vista de que la Biblia está compuesta de varios libros, es importante seguir un plan de lectura y estudio que nos permita no sólo leerla de principio a fin, sino hacerlo del modo más estimulante para nuestra vida en Cristo. En la actualidad hay varios planes de lectura bíblica que se han elaborado con el fin de ayudarnos a mantener un interés constante en la Biblia, sin aburrirnos ni cansarnos. Estos se encuentran en diferentes Biblias, especialmente en las Biblias de Estudio, y en algunos casos, publicados como folletos. De usarlo, podrá escoger entre leer el texto completo de la Biblia en un año, para lo cual tendría que disponer de bastante tiempo, o distribuir su lectura en dos o tres o más años si prefiere. Lo que importa es que lea cada día determinados pasajes de la Biblia hasta terminar de leerla, para luego volver a comenzar. Además de escoger un plan de estudio de la Biblia, tome en cuenta las siguientes consideraciones:

  1. Aparte un tiempo apropiado para leer (cuando tenga menos interrupciones). Algunas personas separan la primera hora del día; otras separan tiempo al final del día. Lo importante es apartar un espacio de tiempo adecuado.
  2. Escoja una versión de la Biblia que no le cueste trabajo entender.
  3. Antes de comenzar, ore y pídale al Espíritu Santo su ayuda para comprender y aplicar a su vida lo que va a leer.
  4. Haga el esfuerzo de memorizar pasajes enteros, especialmente los que se relacionan con la salvación.
  5. Si está a su alcance, use otros recursos literarios y herramientas de estudio para aumentar su conocimiento.

«Jesús les contó a sus discípulos una parábola para mostrarles que debían orar siempre, sin desanimarse.»  (Lucas 18:1)

Así como mediante la lectura bíblica Dios nos habla a nosotros, mediante la oración nosotros hablamos con Dios y tenemos comunión con Él. Por eso, al igual que la lectura de la Biblia, la oración es una disciplina que debemos practicar a diario. Es importante que consideremos cada ocasión en que nos disponemos a orar como una cita especial a la que por nada del mundo podemos faltar, y cada cita como una nueva oportunidad de pedirle dirección al Espíritu Santo. Lo cierto es que nos conviene orar cuantas veces podamos durante el día. La Biblia nos dice que Cristo apartaba tiempo para orar con frecuencia tanto en público como en privado, y nos insta a hacer lo mismo. «Muy de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, Jesús se levantó, salió de la casa y se fue a un lugar solitario, donde se puso a orar» (Marcos 1:35). Cuando los discípulos le pidieron al Señor que les enseñara a orar, Él les puso como ejemplo el Padrenuestro (Lucas 11:1-4).

Basándonos en ese modelo, le recomendamos que incluya lo siguiente en sus oraciones:

  1. Adoración (declararle a Dios lo maravilloso que Él es: puede incluir cantos)
  2. Confesión (admitir nuestras faltas conforme el Espíritu nos las revela)
  3. Gratitud (agradecerle a Dios sus múltiples beneficios)
  4. Petición (personal y por los demás).
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«Preocupémonos los unos por los otros, a fin de estimularnos al amor y a las buenas obras. No dejemos de congregarnos, como acostumbran hacerlo algunos, sino animémonos unos a otros, y con mayor razón ahora que vemos que aquel día se acerca.»  (Hebreos 10:24,25)

Tanto para el crecimiento como para el mantenimiento de nuestra vida espiritual, nos urge congregarnos en una iglesia que forma parte del cuerpo de Cristo. Es importantísimo afiliarnos a alguna congregación cristiana y encontrar, tanto en la hermandad cristiana como en los mensajes que allí se predican, fuerza espiritual para nuestro camino. Si insistimos en caminar solos, difícilmente resistiremos, mientras que junto a un cuerpo de creyentes que también ama, sirve y sigue a Cristo, tendremos fuerzas para vencer. En realidad, no es saludable, espiritualmente, asistir a más de una iglesia. Para evitar la confusión, que no proviene de Dios, es mejor pertenecer a una sola iglesia que asistir a varias. A fin de cuentas, hay una sola verdad, y ésta se encuentra en la Palabra del Señor. Es por esa Palabra que debemos guiarnos. Por lo tanto, busque la dirección del Señor en cuanto al mejor lugar posible para congregarse, pidiéndole que se haga su divina voluntad, y cuando visite una nueva iglesia, hágase las siguientes preguntas para determinar si hacerse miembro allí o no:

  1. ¿Enseña y practica esa iglesia una doctrina basada por completo en la Biblia?
  2. ¿Es una iglesia que se preocupa por el crecimiento espiritual de sus miembros y les ofrece oportunidades de participar en algún ministerio?



«Jesús ... le dijo: "Vete a tu casa, a los de tu familia, y diles todo lo que el Señor ha hecho por ti y cómo te ha tenido compasión." Así que el hombre se fue y se puso a proclamar en Decápolis lo mucho que Jesús había hecho por él. Y toda la gente se quedó asombrada.» (Marcos 5:19,20)

El propósito primordial del Espíritu Santo en la vida del creyente es revestirlo de poder para darles a conocer a los demás la buena noticia de lo que Cristo ha hecho en su vida. «Pero cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra» (Hechos 1:8). Cristo les mandó a sus discípulos que fueran por todo el mundo y anunciaran esas buenas nuevas a todos (Marcos 16:15). Cuando nosotros, en calidad de discípulos suyos, damos testimonio personal de Cristo, logramos las cuatro metas siguientes:

  1. Cumplir el mandato de Cristo (Mateo 28:18-20)
  2. Salvar a otros, arrebatándolos del fuego del infierno (Judas 23)
  3. Apresurar la segunda venida de Cristo (Mateo 24:14)
  4. Dar la gloria a Dios por lo que Él hizo por nosotros (2 Timoteo 1:8,9)

 

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