Integridad
“Bendita es la nación cuyo Dios es Jehová, el pueblo que él escogió como heredad para sí.” (Salmos 33.12) “El rey no se salva por la multitud de su ejército, ni escapa el valiente por su mucha fuerza. Inútil es el caballo para salvarse; lo extraordinario de su fuerza a nadie podrá librar. El ojo de Jehová está sobre los que lo temen, sobre los que esperan en su misericordia, para librar sus almas de la muerte y para darles vida en tiempo de hambre.” (Salmos 33.16-19)
Don Johnson de Afterglow escribió: “En la China Antigua, la gente anhelaba seguridad en contra de los ataques de las hordas bárbaras del Norte, así que construyeron La Gran Muralla China. Era tan alta que estaban seguros que nadie podría saltar sobre ella, y era tan ancha que nadie podría romperla. Así que una vez construida, se acomodaron para gozar de su seguridad. Sin embargo, durante los primeros 100 años de la existencia de la muralla, China fue invadida tres veces. Los invasores no tuvieron que romper o saltar la Muralla ni una sola vez. En cada ocasión sólo tuvieron que sobornar al guardián de la puerta y luego entraron sin que nadie los detuviera. Los chinos estaban tan confiados en la protección y fortaleza que la muralla representaba que olvidaron enseñar integridad a sus hijos.”
La integridad nos compromete a guardar la palabra empeñada, a ser fieles con nuestros compromisos, brindando un día de trabajo honesto, no haciendo en la obscuridad aquello que no desearíamos ser descubierto haciendo a la luz del día. Ser íntegro quiere decir ser leal, ser confiable y ser fiel. Significa ser honesto contigo mismo y con otros, ser genuino, auténtico, y real con los principios de la integridad.
Nuestras vidas y nuestras familias no lograrán la salvación por el poder personal adquirido, ni por la riqueza acumulada, ni siquiera por la educación alcanzada, o por la popularidad lograda, ni por belleza exhibida; sino por nuestra integridad demostrada y por nuestra dependencia en el Señor. Nuestra nación tampoco podrá ser salir de sus dificultades por el poder y fuerza de su ejército, ni por las maniobras de nuestros brillantes dirigentes y estrategas. Al final, sólo seremos salvos por el testimonio de nuestra propia integridad y por la confianza que hayamos depositado en Dios. “Bienaventurada la nación cuyo Dios es Jehová.”
Oración:
“Padre Celestial, ayúdame, como individuo, a mantenerme siempre íntegro y digno de ser llamado tu hijo. Ayuda a mi nación para entender la importancia de mantener una vida reconocida por la integridad de nuestras vidas. Concédenos el traer siempre a la memoria que “Bienaventurada la nación cuyo Dios es Jehová.” Gracias por escuchar y contestar esta oración. Con gratitud en mi corazón te lo suplico en el Nombre del señor Jesús. Amén.
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Escrito por:Dick Innes