Pastor Josué Rodríguez Sánchez (www.josuerodriguez.org)
Reafirmando nuestra identidad en el Reino Parte 1
Cuando Dios creó las cosas, las formó en el orden en que el hombre las iba a dominar mediante su autoridad. En el versículo 26 de Génesis capítulo uno nos dice que el Rey formó al hombre y le impartió su imagen y semajanza para que él ejerciese su poder sobre las aguas, los cielos y la tierra. Cuando el primer hombre recibe tan grande regalo se imparte hasta todo su ser la identidad de hijo y de rey ordenado por el supremo Rey. El hombre comenzó a experimentar una relación íntima con su Creador ya que desde que antes que el fuese creado la expansión de los cielos estaba abierta. El que los cielos estubiesen abiertos implicaba que cielo que el veía no tenía nubes pero más que eso era que Adán pudiese tener contacto continuo con su Dios y podía ver todo lo que acontecía en esa morada para luego llevarlo a cabo en la tierra. Fue tan impresionante lo que el Padre hizo que cuando el hombre vino a la vida, él fue conmemorado y ascendido como rey delante de todo lo que había sido formado. A satanás no le agradó lo que Adán había recibido y se propuso en si mismo imponer su imagen y semejanza en la mayor creación, tal como lo hizo Dios. El objetivo era que la identidad que el hombre poseía fuese reemplazada por una diabólica. De manera que nuestro enemigo comprendió más que Adán y Eva que si los desplazaba del Reino les cambiaba toda su identidad como personas y crearía de ahí en adelante un complejo de inferioridad en la raza humana. -Pastor Josué Rodríguez Sánchez-
Reafirmando nuestra indentidad en el Reino parte 2
Cuando el enemigo logró infiltrarse en el Edén pudo dañar la identidad del hombre. Desde ese momento en adelante la humanidad transmitiría a sus próximas generaciones este mal degenerativo. La identidad de los hombres se vería afectada por cualquier suceso de desobediencia o rebelión. La raza humana tendría en sus genes un sentido de inseguridad, debido a la predisposición de creer los conceptos erróneos implantados sus mentes. Por eso es que como humanos andamos comparándonos, nos autojustificamos de nuestros errores, culpamos a otros de nuestras malas acciones, lo que provoca en nosotros un sobre esfuerzo para lograr las cosas que son sencillas. Estos elementos hacen o permiten que nuestro enemigo pueda tener acceso a nuestras vidas. Sin embargo, Dios dejó un plan reconstructivo que proyectaría al hombre nuevamente hacia el cielo. Nuestro Señor fue claro y en el capítulo 3 de Génesis nos demuestra que aunque el mal quizo negarnos el conocimiento o la revelación de quiénes somos en el Reino, aún tenemos la esperanza de reafirmar nuestra indentidad. Si queremos que esto se produzca en nuestro ser tenemos que ver quién fue nuestro Creador y con qué propósito fuimos formados. Nadie está en este planeta por casualidad, la razón de vida que poseemos fue parte del plan Divino para todos nosotros. Otra cosa que debemos de experimentar o vivir es la palabra que Dios dijo sobre nosotros. Cualquier fabricante deja las instrucciones del producto, Dios hizo igual con todos nosotros dándonos una palabra profética que nos da direccion. Por último tenemos que vernos como Dios dijo que eramos y no como el mundo o nuestras circunstancias dicen que debemos de ser. Através del sacrificio perfecto es que nosotros podemos recibir la identidad real, pero hay que saber vivir la misma de lo contrario deshonraremos a Dios. -Pastor Josué Rodríguez Sánchez-
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