MARCOS 12: 29-31 Mar 12:29 Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Mar 12:30 Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Mar 12:31 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.
   
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  ¿Cómo sabemos que Dios es Real y la Biblia es Verdad?
 

¿Cómo sabemos que Dios es Real y la Biblia es Verdad?

Por Rev. William O. Einwechter
 

Publicado por primera vez en: Chalcedon Report, Noviembre 2001

La pregunta de "¿Cómo sabemos?" es una pregunta que no cruza nuestras mentes muy a menudo (¡a menos de que usted sea un filósofo!); aún así, es una pregunta muy importante. 1 Al abordar la pregunta, necesitamos entender que cada uno de nosotros ha desarrollado una visión particular de la naturaleza de la realidad que se basa en un último estándar de interpretación. Eso es, cada uno de nosotros interpreta (da significado a) los "hechos" del mundo apelando a aquello que cada uno cree que es el criterio final para determinar la realidad. Este proceso de juzgar los hechos ocurre, podríamos decirlo, automáticamente, así que usualmente no es algo de lo que somos conscientes.

Sobre la base de un estándar, todos interpretamos los datos que llegan a nosotros individualmente y los categorizamos como correctos o equivocados, buenos o malos, verdaderos o falsos, útiles o inútiles, deseables o no deseables, etc. Eso es lo que se quiere decir cuando decimos que interpretamos los "hechos" de nuestra experiencia. La interpretación que resulta de las circunstancias que encontramos es lo que llamamos conocimiento. Sabemos que algo es lo que creemos que es porque nuestro estándar final para determinar el conocimiento nos dice que así es. Por lo tanto, todo nuestro presunto conocimiento se basa en realidad en aquello que nosotros presuponemos es el árbitro final de la realidad. Esta presuposición, o primer-principio, es nuestro compromiso de fe supremo; eso es, creemos que el estándar que escogimos es el mejor y más confiable de todos. 2 Esta presuposición es el punto de partida de todo nuestro pensamiento y la base para toda nuestra predicación de todas nuestras afirmaciones sobre la calidad, naturaleza, o atributos de una cosa (hecho). 3 Entonces, aunque incluso la mayoría de nosotros no ha pensado mucho en este asunto del estándar final de interpretación, todos tenemos uno. Y todos nosotros, consciente o inconscientemente, interpretamos todas las circunstancias que experimentamos desde la base de una presuposición que lo controla todo.

Que nuestro punto de partida, nuestra presuposición básica, es del todo importante, es evidente: si es acertado, nuestra interpretación será acertada; si es falso, nuestra interpretación de los hechos será defectuosa. La meta, por lo tanto, es tener la presuposición correcta. ¿Pero cuál es la presuposición correcta; cuál es el estándar de interpretación apropiado; cuál es el compromiso de fe infalible que nos llevará al verdadero conocimiento? Los hombres tienen respuestas diferentes a esta pregunta. Por ejemplo, el racionalista dice que la razón humana es el estándar. El empirista dice que es la experiencia sensorial. El hedonista dice que es el placer. El pragmático dice que es aquello que funciona. El irracional dice que no hay un último estándar porque todo es puro azar, pura contingencia. El religioso dice que es su religión. El cristiano dice que es el Dios de la Biblia. En medio de toda esta cháchara, ¿cómo sabe el cristiano que Dios es real y la Biblia es verdad, y que, por ende, todas las otras presuposiciones son falsas?

Autoridad

En la búsqueda del primer principio de conocimiento correcto, el asunto de la autoridad es un concepto ineludible. ¿Quién tiene la autoridad para determinar la naturaleza de la realidad? ¿Quién tiene la garantía para decir, "Este es el primer principio del conocimiento"? Cuando lo examinamos bien, vemos que sólo hay dos fuentes de autoridad posibles, dos estándares posibles en la esfera de la epistemología: Dios o el hombre. O Dios es el máximo, o el hombre es el máximo. O usted empieza con la trascendencia de Dios como Creador, y con Su derecho absoluto de determinar el significado de todos los hechos y los estándares para toda conducta, o empieza con un hombre autónomo y su derecho categórico de definir el significado y establecer los estándares de acción que mejor le parezcan. O Dios es el juez e intérprete de la realidad, o el hombre es el juez e intérprete de la realidad.

Esto lleva a un segundo factor. Si el hombre es la autoridad, entonces la mediación para la interpretación es su propia mente e intelecto, su propia razón. Pero si Dios es la autoridad, entonces el medio para la interpretación debe ser la revelación; eso es, Dios debe hacerle conocer al hombre Su mente de una manera comprensible y verificable para que el hombre pueda pensar los pensamientos de Dios detrás de Él e interpretar los hechos del universo de acuerdo con el propósito y la voluntad soberana de Dios. El cristiano ortodoxo no tiene duda de Quién es la autoridad y cuál es el medio para la interpretación. El cristiano cree en el Dios Todopoderoso como el Creador de todas las cosas y el Soberano que determina todos los hechos, y que la Biblia es la revelación de Dios para el hombre (es la Palabra de Dios) de manera que el hombre pueda entender la creación de Dios, el lugar del hombre en ella, y la naturaleza y significado de todas las cosas.

Autenticación

El hecho de la existencia y autoridad de Dios y el hecho de la Biblia como la infalible Palabra de Dios son, por la naturaleza del caso, verdades "auto-autentificadas". ¿Qué s ignifica eso? Significa que la verdad concerniente a los atributos y la existencia de Dios es tan grande, tan fundamental, y tan cierta que no puede ser probada por referencia a cualquier otra cosa. Si Dios es lo máximo, entonces no hay nada que pueda emplearse para verificarlo; si lo hubiera, esa cosa sería mayor que Dios, puesto que Él tendría que ser definido en referencia a ella. Dios se ha declarado a sí mismo como "YO SOY EL QUE SOY" (Ex. 3:14). Él es el eternamente auto-existente, auto-contenido, auto-suficiente, auto-revelador, Uno que es fiel a Su pacto. Él es el Creador soberano que hizo todas las cosas, decretó todas las cosas, y definió todas las cosas, pero quien en sí mismo no es determinado por nadie o por nada. Por lo tanto, Dios no busca probar su existencia a los hombres. Su existencia es la misma base para la existencia del hombre y de la creación. En la historia, y en la Escritura que registra esa historia, Dios se presenta a sí mismo al hombre como Dios en todo su esplendor y gloria, y como nada más ni como nada menos.

La Biblia es también, necesariamente, auto-autentificadora. Como la Palabra de Dios, es definitiva en su autoridad. No puede apelar a la palabra (juicio) de cualquier otro para verificar su naturaleza sin negar su propia naturaleza. Por ejemplo, si la palabra del hombre es necesaria para establecer la Biblia como la Palabra de Dios, entonces la palabra del hombre es la autoridad final; si la experiencia es requerida para establecerla, entonces la experiencia es suprema, etc. Como la Palabra del Creador, la Biblia por sí sola es infalible en su interpretación del hombre y de la creación.

Aceptación

Si la existencia de Dios y la naturaleza de la Biblia como la infalible Palabra de Dios son verdades auto-autentificadas, entonces ¿por qué no todos los hombres abrazan estas verdades? La respuesta es doble.

Primero, el hombre está en una rebelión ética en contra de Dios. Eso significa que él sabe que Dios es su Creador y que la Biblia es la Palabra de Dios, pero se revela en contra de estas verdades. Como una criatura, él sabe que Dios existe; pero como pecador, consumido por su propia importancia, sus propios deseos, su propia autonomía, odia a Dios y la intrusión que Dios representa a sus planes. Así que, él suprime activamente su conocimiento de Dios de manera que pueda perseguir su propia agenda (Rom. 1:18-21). El hombre no perece por falta de conocimiento de Dios como tal, toda la creación claramente testifica de la gloria, el poder y la deidad de Dios (Rom. 1:19-20; Sal. 19:1-6). Perece porque peca en contra del conocimiento que tiene. Su rebelión comenzó en el Jardín del Edén cuando Eva escogió establecerse a ella misma, y a su propia razón, como el punto de referencia final de predicación (inicialmente, con respecto al árbol de la ciencia del bien y del mal), y de esa manera reclamó su propia autonomía. Eva sabía de Dios y de su palabra interpretativa, pero no creía que Dios pudiera ser el mayor; así que, ella reinterpretó la naturaleza de Dios para que conviniera con su propia autonomía (convirtió a Dios en un Dios de su propia imaginación, cf. Rom. 1:23, 25). En esto es en lo que los hombres andan hoy. Como Eva, ellos se establecen a sí mismos, a algún otro hombre, o algún otro aspecto de la creación como su punto de referencia final para determinar el conocimiento; interpretan los hechos de su experiencia sobre la base de las presuposiciones que eligieron. Luego, si desean retener el concepto de Dios (un concepto que para el hombre es difícil de renunciar), moldean a Dios a su propia semejanza (o aceptan uno ya moldeado por otros hombres) que es muy distinto del Dios soberano, auto-contenido, revelado en la Escritura. 4 Así debe ser, si van a tener a un Dios, porque sus presuposiciones elegidas, como están en busca de la rebelión, niegan la existencia del Creador/Dios de la Escritura. 5

Segundo, aquellos que creen en la existencia de Dios y la inspiración divina e infalibilidad de la Biblia lo hacen, no debido a una serie de pruebas racionales o sensoriales, sino por la gracia de Dios que los ha cambiado de rebeldes a adoradores. Cuando el Espíritu de Dios regenera al hombre, la epistemología de ese hombre es cambiada radicalmente: desecha su propia autonomía, entierra sus falsas presuposiciones, y acepta a Dios como Él es y la Palabra de Dios como la única interpretación verdadera de su condición y su solución. Habiendo sido hecho esto, aquel que en otro tiempo era rebelde ahora se somete a la autoridad de Dios y pone su fe en el evangelio. En la salvación, un hombre viene a aceptar a Dios y su Palabra como lo máximo. En la santificación, este primer principio, esta presuposición absoluta, se incorpora a la vida del creyente a medida que éste aprende a interpretar todos los hechos, todas las áreas de su vida, de acuerdo a la Palabra de Dios.

Los cristianos sabemos que Dios existe y que la Biblia es verdad "por la obra interior del Espíritu Santo trayendo testimonio por y con la Palabra en nuestros corazones." 6 Este testimonio nos permite reorientar todo nuestro pensamiento de manera que ahora, con nuestras presuposiciones ajenas y auto-impuestas removidas, podemos ver que toda la creación declara la gloria de Dios. Aprendemos que nuestra incredulidad nunca fue un problema de la falta de evidencia (está en todas partes), sino que se debió a ojos que habían sido cegados voluntariamente por presuposiciones falsas derivadas de un corazón rebelde que dijo, "Yo voy a determinar la verdad y la falsedad, y el bien y el mal por mí mismo."

Apologética

¿Cuál, entonces, es la naturaleza de la apologética? La "apologética," como una disciplina teológica, se refiere a la defensa de la Fe Cristiana de los ataques de todas las formas de incredulidad. La apologética da una defensa Bíblica de la razón de la esperanza que hay en nosotros (1 Pedro 3:15). Pero, en términos de nuestro encuentro con un mundo incrédulo, ¿cuál es el propósito de esta defensa? Muchos cristianos creen que la meta de la apologética es abrir las mentes y corazones a la verdad de Dios mostrándole a los creyentes, a través de pruebas racionales y argumentación lógica que la Biblia es confiable y que Cristo es el Salvador. Pero ese no es el propósito de la apologética. El propósito de la apologética, como Greg Bahnsen lo ha establecido bien, no es abrir los corazones sino cerrar las bocas. Eso es, le mostramos al incrédulo la necedad de su propia cosmovisión, pues al rechazar al soberano Creador/Dios de la Biblia, no tiene base para un significado, una racionalidad, o una predicación; no tiene respuesta a la pregunta de lo uno y lo mucho; no tiene esperanza para el futuro; y, puesto que todo pensamiento incrédulo está en bancarrota, sólo puede vivir su vida robando de la cosmovisión del cristiano. Entonces, habiendo cerrado su boca, le presentamos las declaraciones de Cristo sin compromiso. Sólo Dios puede abrir el corazón del hombre para recibir el testimonio de Cristo, y el medio que Él ha escogido para lograr esto es la Palabra y el Espíritu.

Puesto que el hombre es un rebelde que voluntariamente suprime el conocimiento de Dios que está en él y a su alrededor, sabemos que el problema de cualquier hombre en particular no es la falta de evidencia para Dios. El problema del hombre es el pecado. Él se ha puesto a sí mismo como lo máximo. Usando la Palabra de Dios, debemos convencerlo de su pecado y mostrarle la redención que hay en Cristo Jesús. Si el pecador esgrime objeciones, debemos responder pacientemente a esas objeciones. Pero en nuestras respuestas nunca debemos darle al incrédulo la idea de que él tiene derecho a juzgar la verdad de Dios, o que él es último juez de lo que las Escrituras dicen. No debemos apelar a su razón como si eso determinara el asunto. Nosotros, como fieles embajadores, debemos llevar la Palabra de nuestro soberano Dios como la Palabra de un Dios soberano que se sienta a juzgar a todos los hombres y manda que todos los hombres en todo lugar se arrepientan. Debemos confiar en que el Cristo auto-autentificador de la Escritura obre su soberana voluntad para la gloria de Su nombre.

 


Referencias y notas

1. La pregunta de, "¿Cómo sabemos?" pertenece al campo de estudio que llamamos "epistemología." La epistemología tiene que ver con la investigación del origen, la naturaleza, y los métodos del conocimiento. Regresar al Texto
2. Lo llamamos un "compromiso de fe" porque es algo que aceptamos sin ninguna prueba más allá de la presuposición misma. En otras palabras, no hay nada más allá de nuestro estándar elegido a lo que podamos apelar para establecerlo. Por ejemplo, si miramos a la razón como el estándar final, lo hacemos solamente porque nos parece razonable. Si buscáramos probar que la razón era el verdadero estándar apelando a la experiencia sensorial, entonces lo que haríamos sería poner a la experiencia como el estándar final porque es usada como la base para nuestra predicación acerca de la razón. Regresar al Texto
3. Sin embargo, los hombres a menudo actúan y creen en una manera que es inconsistente con sus presuposiciones básicas. Esto se debe al hecho de que el hombre es un ser complejo con muchos factores influenciando su mente. A pesar de esto, sigue siendo cierto que un hombre finalmente se apoyará en su estándar de conocimiento elegido para interpretar los hechos de su experiencia. Ser consciente de la presuposición propia y actuar de acuerdo a ella consistentemente es ser un individuo "epistemológicamente auto-consciente". Regresar al Texto
4. Este es el origen de muchas religiones del mundo (excepto, por supuesto, el Cristianismo Bíblico). Estas religiones son las creaciones de los hombres (con la participación de Satanás y sus demonios) con el propósito de retener el concepto de Dios mientras niegan convenientemente su eterno poder y deidad. Regresar al Texto
5. Este análisis no intenta decir que todos los hombres siguen todos estos pasos consciente y deliberadamente. La cultura, los pecados paternos, y similares determinan las presuposiciones de muchos. Los hombres no siempre traman sus pasos en una dirección definitiva porque otros pecadores ya lo han hecho por ellos; estando en la misma rebelión ética, siguen los caminos de sus predecesores. Regresar al Texto
6. Confesión de Fe de Westminster, I, 5. Regresar al Texto

 
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